Acompañar significa estar presente junto a otro ser humano en su proceso de comprender, sentir y sanar. Es ofrecer un espacio donde lo inconsciente pueda emerger, donde el cuerpo y el alma encuentren reposo, y donde la palabra abra caminos de conciencia. Quien acompaña no dirige ni interpreta: escucha, sostiene y camina a su lado, para que el otro pueda encontrar su propio suelo y, por tanto, sentir su propia existencia.

Ser coach, en cambio, implica estar con el otro para su acción, clarificar propósitos, activar el potencial y fortalecer la voluntad. El coach ayuda a convertir la intención en movimiento, la visión en realidad.

Ambos caminos nacen del encuentro humano. Uno mira hacia la comprensión y la liberación, el otro hacia la acción y la realización. El pensamiento, el sentimiento y la acción se unen para que la vida sea coherente, libre y verdadera.