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En la tercera semana de adviento, el cuerpo anímico es a quién debemos atender... mediante el cultivo de la fuerza interior y el coraje en el camino de la Verdad.

Si Permanecemos en una constante presencia anímica, podremos mantener el adecuado y armonioso equilibro entre nuestro pensar sentir y actuar.



En la segunda semana, estas fuerzas opositoras, se acercan más al cuerpo de vida del ser humano intentando despertar las fuerzas del egoísmo, los deseos desmedidos... Los instintos pretenden dominarnos de una manera muy peculiar...individualismo extremo, amor propio, polaridad de nuestro temperamento, todo se agita como veneno corriendo por nuestra sangre y anidan particularmente en la capacidad de hablar, intentando transformar el habla de forma maliciosa para que no se ponga al servicio de la verdad.

Las virtudes de la templanza y la prudencia conscientemente desarrolladas con la fuerza de nuestra alma pueden oponérseles



En esta época del año, las fuerzas opositoras en la primera semana de Adviento se acercan espacialmente al cuerpo humano, pretendiendo distorsionar las percepciones y por tato el contacto del hombre con el mundo, corriendo el riesgo de perder el sentido interior de independencia, la capacidad de “erguirse”, lo que puede conducirnos a una enorme desesperación interior debido a este sentimiento de no encontrarse como “Ser Humano”.

Para no sucumbir, es necesario desarrollar receptividad en el alma de las fuerzas cósmicas relacionadas con la equidad, la justicia cósmica que se refleja en el karma del mundo expresándose en la naturaleza y en el ser humano, encontrando así reflejo en el karma individual.

Karma individual que solo fue posible cuando el ser humano se irguió y comenzó a usar sus manos para trabajar, la verticalidad liberó nuestras manos…


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